viernes, 7 de septiembre de 2018

A vino nuevo, odres nuevos...


Jesús supera con amor la letra de la ley antigua. Es él mismo que se entrega quien da sentido pleno a las antiguas tradiciones y a la norma. Lo que debe prevalecer es el sentido radicalmente novedoso que el amor llevado al extremo da a la normativa. El Evangelio requiere odres nuevos.



Lucas 5, 33-39
En aquel tiempo, los fariseos y los escribas dijeron a Jesús: Los discípulos de Juan ayunan a menudo y oran, y los de los fariseos también; en cambio, los tuyos, a comer y a beber.
Jesús les dijo: ¿Acaso podéis hacer ayunar a los invitados a la boda mientras el esposo está con ellos? Llegarán días en que les arrebatarán al esposo, entonces ayunarán en aquellos días.
Les dijo también una parábola: Nadie recorta una pieza de un manto nuevo para ponérsela a un manto viejo; porque, si lo hace, el nuevo se rompe y al viejo no le cuadra la pieza del nuevo. Nadie echa vino nuevo en odres viejos; porque, si lo hace, el vino nuevo reventará los odres y se derramará, y los odres se estropearán. A vino nuevo, odres nuevos. Nadie que cate vino añejo quiere del nuevo, pues dirá: “El añejo es mejor”.

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