Dos gestos para contemplar en
el Evangelio de hoy. Como hemos visto en los últimos días, es Dios quien se
adelanta y llama a quien quiere. Dios es así, te invita a seguirle. En esta ocasión la invitación viene precedida de algo especial, Jesús ha estado toda la noche en oración. ¡Qué importante es la elección de los apóstoles! Y la
invitación es irresistible. La respuesta es afirmativa. ¿Y mi respuesta?
¿También es afirmativa? Además, Jesús cambia el nombre a sus discípulos.
Cambiar el nombre significa encomendar una misión. A través del bautismo, a
nosotros también se nos da una misión. ¿Soy consciente de la misión que tengo
como bautizado?
Lucas 6, 12-19
En aquellos días,
Jesús salió
al monte a orar y pasó la noche orando a Dios. Cuando se hizo de día, llamó a
sus discípulos, escogió de entre ellos a doce, a los que también nombró
apóstoles: Simón, al que puso de nombre Pedro, y Andrés, su hermano, Santiago,
Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Simón, llamado el
Zelotes; Judas el de Santiago y Judas Iscariote, que fue el traidor.
Después de bajar con ellos, se
paró en una llanura con un grupo grande de discípulos y una gran muchedumbre
del pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de
Sidón. Venían a oírlo y a que los curara de sus enfermedades; los atormentados
por espíritus inmundos quedaban curados, y toda la gente trataba de tocarlo,
porque salía de él una fuerza que los curaba a todos.
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