El ser humano siempre se hace
preguntas, le inquieta lo que ocurre y se maravilla ente lo extraordinario. A
pesar de haber ordenado la muerte de Juan, Herodes siente en su interior cómo
las preguntas le inquietan. Nosotros también dudamos, nos inquietamos… Incluso
el intento de acallar nuestro interior resulta inútil. Seguimos sintiendo el
deseo de ver…
Lucas 9, 7-9
En aquel tiempo,
el tetrarca
Herodes se enteró de lo que pasaba y no sabía a qué atenerse, porque unos
decían que Juan había resucitado de entre los muertos; otros en cambio, que
había aparecido Elías, y otros que había vuelto a la vida uno de los antiguos
profetas.
Herodes se decía: “A Juan lo
mandé decapitar yo. ¿Quién es éste de quien oigo semejantes cosas?” Y tenía
ganas de verlo.
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