La Iglesia dedica el sábado a
contemplar la misión de la Virgen María en la historia de la Salvación. Todo lo
que envuelve el misterio de la encarnación implica la irrenunciable alianza de
Dios con su pueblo. Dios que toma la iniciativa, se adelanta a los hombres… y
hombres y mujeres que acogen con absoluta libertad la misión encomendada por
Dios. Y yo ¿Cómo acojo la Palabra de Dios en lo cotidiano de mi vida?
Mateo 1, 18-23
La generación de Jesucristo fue
de esta manera:
María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir
juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su
esposo, que era justo y no quería difamarla, decidió repudiarla en privado.
Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel
del Señor que le dijo: “José, hijo de David, no temas acoger a María, tu mujer,
porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo
y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados”.
Todo esto sucedió para que se
cumpliese lo que había dicho el Señor por medio del profeta: “Mirad: la Virgen
concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Enmanuel, que significa Díos-con-nosotros”.
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