Lunes de la III Semana de Cuaresma
Hay que ser muy valiente para ir
a tu pueblo y gritar las verdades. Los pueblos convierten en norma o costumbre
ciertas cosas que no siempre son verdad. El profeta se rebela y corre el riesgo
del rechazo. Es más fácil y cómodo quedarse en la zona de confort sin sentir el
rechazo. Pero ¿es lo más fiel al evangelio?
Lc 4,24-30
En aquel tiempo, dijo Jesús al
pueblo en la sinagoga de Nazaret:
- «Os aseguro que ningún profeta
es bien mirado en su tierra. Os garantizo que en Israel había muchas viudas en
tiempos de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses, y hubo
una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado
Elías, más que a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos
leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo; sin embargo, ninguno de
ellos fue curado, más que Naamán, el sirio.»
Al oír esto, todos en la sinagoga
se pusieron furiosos y, levantándose, lo empujaron fuera del pueblo hasta un
barranco del monte en donde se alzaba su pueblo, con intención de despeñarlo.
Pero Jesús se abrió paso entre ellos y se alejaba.
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