I Domingo de Cuaresma
El
desierto se revela como el espacio en el que el hombre se enfrenta a sí mismo,
a su debilidad, a su precariedad y a sus miedos. Pero no hay camino bien
cimentado que no pase por el desierto. Cada vez que nos enfrentamos a
decisiones importantes debemos adentrarnos en el desierto de nuestra propia existencia.
Jesús no es ajeno a esta realidad humana. Se asoma al desierto envuelto en un
mar de posibilidades, con dudas que a todos nos asaltan. Las tentaciones son el
reflejo de la oferta que el mundo actual nos hace: poder, prestigio y dinero.
Aparentemente irrechazable, pero incompleta. Jesús rompe esa cadena de
criterios porque no llenan al hombre, porque nos dejan insatisfechos y porque
hay valores supremos. Porque pone en el centro de su vida la confianza en el
Padre. Superar el desierto es emprender el camino del éxito, puede que no del triunfo social, pero si del éxito personal con una vida asentada en principios contundentes. ¿Dónde hemos puesto nuestras esperanzas?
Mt 4,1-11
En
aquel tiempo, Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu para ser tentado
por el diablo. Y después de ayunar cuarenta días con sus cuarenta noches, al
fin sintió hambre.
El
tentador se le acercó y le dijo:
-«Si
eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes. »
Pero
él le contestó, diciendo:
-«Está
escrito: "No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de
la boca de Dios."»
Entonces
el diablo lo lleva a la ciudad santa, lo pone en el alero del templo y le dice:
-«Si
eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: «Encargará a los ángeles
que cuiden de ti, y te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece
con las piedras. " »
Jesús
le dijo:
-«También
está escrito: "No tentarás al Señor, tu Dios."»
Después
el diablo lo lleva a una montaña altísima y, mostrándole los reinos del mundo y
su gloria, le dijo:
-«Todo
esto te daré, si te postras y me adoras.»
Entonces
le dijo Jesús:
-«Vete,
Satanás, porque está escrito: "Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo
darás culto."»
Entonces
lo dejó el diablo, y se acercaron los ángeles y le servían.
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