lunes, 29 de junio de 2020

La raíz de la fe...


San Pedro y San Pablo, apóstoles
La confesión de Pedro no es fruto de un esfuerzo humano ni de la sabiduría propia de los hombres, sino de la gracia de Dios. La revelación de Dios a Pedro y su reconocimiento del Hijo de Dios es la clave para entender la misión de Pedro en el nuevo tiempo de la Iglesia. Ahí reside la fuerza de la sucesión apostólica. Sobre la base de la fe se fortalece toda la Iglesia.

Mateo 16, 13-19
En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos:
«¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?».
Ellos contestaron:
«Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas».
Él les preguntó:
«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?».
Simón Pedro tomó la palabra y dijo:
«Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo».
Jesús le respondió:
«¡Bienaventurado tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo.
Ahora yo te digo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará.
Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos».

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