Jueves de la IV Semana de Pascua
Frente a quienes habían entendido la autoridad religiosa
como un puesto de honor merecido y orientado a exigir el servicio de los demás,
Jesús invierte las prioridades y la esencia de la autoridad. Ostentar
responsabilidades es ponerse al servicio de los demás, nunca servirse de ellos.
No hay opción para regresar a la concepción tradicionalista, el evangelio no es
ambiguo, es claro y determinante. El discípulo honra a Dios sirviendo a los
demás.
Juan 13, 16-20
Cuando Jesús acabó de lavar los pies a sus discípulos, les
dijo:
«En verdad, en verdad os digo: el criado no es más que su
amo, ni el enviado es más que el que lo envía. Puesto que sabéis esto, dichosos
vosotros si lo ponéis en práctica. No lo digo por todos vosotros; yo sé bien a
quiénes he elegido, pero tiene que cumplirse la Escritura: “El que compartía mi
pan me ha traicionado”. Os lo digo ahora, antes de que suceda, para que cuando
suceda creáis que yo soy.
En verdad, en verdad os digo: el que recibe a quien yo
envíe me recibe a mí; y el que me recibe a mí recibe al que me ha enviado».
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