Santos Felipe y Santiago, apóstoles
Martes de la III Semana
de Pascua
Qué difícil acceder al Padre sin conocer a Jesús. Y es que
en el verdadero Dios y verdadero hombre se revela el verdadero rostro de Dios
Padre. Él es el camino, la vedad y la vida. El encuentro con el Señor transforma la existencia del discípulo y hace que todo gire en torno a él.
Juan 14, 6-14
En aquel tiempo, dijo Jesús a Tomás:
«Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie va al
Padre, sino por mí».
«Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre. Ahora
ya lo conocéis y lo habéis visto».
Felipe le dice:
«Señor, muéstranos al Padre y nos basta».
Jesús le replica:
«Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces,
Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú:
"Muéstranos al Padre"? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre
en mí? Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece
en mí, él mismo hace las obras, Creedme: yo estoy en el Padre, y el Padre en
mí. Si no, creed a las obras.
En verdad, en verdad os digo: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aún mayores, porque yo me voy al Padre. Y lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré».
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