Miércoles de la V Semana de Pascua
El cristiano da fruto si se mantiene en comunión con
Cristo. La imagen de la vid y los sarmientos es, sin duda, muy clarificadora.
Solo si permanecemos unidos al Señor tendremos vida y la transmitiremos. Fuera
de él transmitiremos nuestro ego, nuestros talentos o virtudes, pero no
formaremos parte de la misión.
Juan 15, 1-8
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A
todo sarmiento que no da fruto en mí lo arranca, y a todo el que da fruto lo
poda, para que dé más fruto.
Vosotros ya estáis limpios por la palabra que os he
hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros.
Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no
permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la
vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto
abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo
tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al
fuego, y arden.
Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en
vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará.
Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto
abundante; así seréis discípulos míos».
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