VI Domingo de Pascua
El legado del Resucitado conlleva algunos dones, como la
Paz. Una paz no es limitada, no se reduce a la ausencia de conflicto, ni se
agota en el individualismo. Es una paz que traspasa la vida de los hombres.
Esta paz conlleva la justicia y el amor.
Juan 14, 23-29
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
- «El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará,
y vendremos a él y haremos morada en él.
El que no me ama no guarda mis palabras. Y la palabra que
estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió.
Os he hablado de esto ahora que estoy a vuestro lado, pero
el Paráclito, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien
os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho.
La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da
el mundo. Que no se turbe vuestro corazón ni se acobarde. Me habéis oído decir:
“Me voy y vuelvo a vuestro lado”. Si me amarais, os alegraríais de que vaya al
Padre, porque el Padre es mayor que yo. Os lo he dicho ahora, antes de que
suceda, para que cuando suceda creáis».
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