San Atanasio, Obispo y Doctor
Lunes de la III Semana de Pascua
Los seres humanos caminamos en busca de algo que muchas
veces no acertamos a vislumbrar. Nos asombran las luces de lo inmediato, pero
el Señor nos pide que nuestros esfuerzos se encaminen en la búsqueda de lo
realmente importante, de lo que da sentido a todo, de la verdadera felicidad.
Juan 6,22-29
Después de que Jesús hubo saciado a cinco mil hombres, sus
discípulos lo vieron caminando sobre el mar.
Al día siguiente, la gente que se había quedado al otro
lado del mar notó que allí no había habido más que una barca y que Jesús no
había embarcado con sus discípulos, sino que sus discípulos se habían marchado
solos.
Entretanto, unas barcas de Tiberíades llegaron cerca del
sitio donde habían comido el pan después que el Señor había dado gracias.
Cuando la gente vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, se embarcaron
y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús.
Al encontrarlo en la otra orilla del lago, le preguntaron:
«Maestro, ¿cuándo has venido aquí?».
Jesús les contestó:
«En verdad, en verdad os digo: me buscáis no porque habéis
visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros. Trabajad, no por el
alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna, el
que os dará el Hijo del hombre; pues a éste lo ha sellado el Padre, Dios».
Ellos le preguntaron:
«Y, ¿qué tenemos que hacer para realizar las obras de
Dios?».
Respondió Jesús:
«La obra de Dios es ésta: que creáis en el que él ha
enviado».
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