Lunes de la IV Semana de Pascua
Frente a los malos pastores, Jesús se presenta como el que
cuida al rebaño, recupera a las ovejas débiles y a las heridas. Él es el Pastor
que salva.
Juan 10, 1-18
En aquel tiempo, dijo Jesús:
«En verdad, en verdad os digo: el que no entra por la
puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ese es
ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de ovejas. A este
le abre el guarda y las ovejas atienden a su voz, y él va llamando por el
nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas, camina
delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz: a un extraño
no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los
extraños».
Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron
de qué les hablaba. Por eso añadió Jesús:
«En verdad, en verdad os digo: yo soy la puerta de las
ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las
ovejas no los escucharon.
Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá
entrar y salir, y encontrará pastos.
El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer
estragos; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante».
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