Jueves de la IV Semana del Tiempo Ordinario
La fortaleza del testigo reside en la confianza, pero
en el mensaje que anuncia, no en sus propias fuerzas. El discípulo se desprende
de sus propias seguridades y se siente seguro en el encuentro personal con el
Señor. Eso le capacita para anunciar el nuevo Reino de Dios. ¿Estoy dispuesto a
renunciar a mis seguridades?
Marcos 6, 7-13
En aquel tiempo, llamó Jesús a los Doce y los fue
enviando de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Les
encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan, ni
alforja, ni dinero suelto en la faja; que llevasen sandalias, pero no una
túnica de repuesto.
Y añadió:
-«Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os
vayáis de aquel sitio. Y si un lugar no os recibe ni os escucha, al marcharos
sacudíos el polvo de los pies, para probar su culpa.»
Ellos salieron a predicar la conversión, echaban
muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban.
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