Miércoles de la I Semana de Cuaresma
Las palabras duras del Señor a sus contemporáneos, son
también dirigidas a nuestra generación. Jesús es de distancias cortas, de mirar
al ser humano más allá de las apariencias. Es de tocar el corazón. Sin embargo,
sus contemporáneos piden signos. Pero ¿y nosotros? ¿Acaso nos conformamos con
la Palabra de Dios? ¿Acaso no seguimos buscando porque dudamos y no acabamos de
confiar plenamente? ¿Acaso no es un signo de que necesitamos dejarnos
transformar por Dios con una auténtica conversión? Pero, ¿estoy dispuesto?
Lucas 11, 29-32
En aquel tiempo, la gente se apiñaba alrededor de
Jesús, y él se puso a decirles:
«Esta generación es una generación perversa. Pide un
signo, pero no se le dará más signo que el signo de Jonás. Pues como Jonás fue
un signo para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del hombre para
esta generación.
La reina del Sur se levantará en el juicio contra los
hombres de esta generación y hará que los condenen, porque ella vino desde los
confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que
es más que Salomón.
Los hombres de Nínive se alzarán en el juicio contra
esta generación y harán que la condenen; porque ellos se convirtieron con la
proclamación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás».
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