Fiesta de Todos los Santos
Viernes de la XXX Semana del T.O.
En este día todos los creyentes
renovamos el camino de todos a la santidad. Es una vocación a la que Dios nos
llama y cuyo camino nos señaló en el texto del evangelio de Mateo que hoy
proclamamos en la celebración de la Eucaristía. Un camino que contrasta
frontalmente con algunas de las propuestas que nuestra sociedad nos hace. Es un
camino de elecciones y decisiones, pero es, sobre todo, un camino de dones y de
gracia. El cumplimiento de las etapas de las bienaventuranzas no es fácil, pero
recuerda: para Dios nada hay imposible.
Mt 5,1-12a
En aquel tiempo, al ver Jesús el
gentío, subió al monte, se sentó y se acercaron sus discípulos; y, abriendo su
boca, les enseñaba diciendo:
«Bienaventurados los pobres en el
espíritu,
porque de ellos es el reino de
los cielos.
Bienaventurados los mansos,
porque ellos heredarán la tierra.
Bienaventurados los que lloran,
porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los que tienen
hambre y sed de la justicia,
porque ellos quedarán saciados.
Bienaventurados los
misericordiosos,
porque ellos alcanzarán
misericordia.
Bienaventurados los limpios de
corazón,
porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los que trabajan
por la paz,
porque ellos serán llamados hijos
de Dios.
Bienaventurados los perseguidos
por causa de la justicia,
porque de ellos es el reino de
los cielos.
Bienaventurados vosotros cuando
os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa.
Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo».
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