Lunes de la XXXIV Semana del T.O.
No nos extraña ver como los que
menos tienen son, posiblemente, los más desprendidos, mientras que los que más
riquezas poseen buscan la forma de acumular más bienes. A los ojos de Dios la
riqueza se asienta precisamente en valores como el desprendimiento, la humildad,
la generosidad y el amor. Todos ellos son valores proactivos, es decir, se dirigen
a los otros, al prójimo. Pensemos dónde ponemos nuestro corazón y nuestro
tiempo.
Lc 21,1-4
En aquel tiempo, Jesús, alzando
los ojos, vio a unos ricos que echaban donativos en el tesoro del templo; vio
también una viuda pobre que echaba dos monedillas, y dijo:
«En verdad os digo que esa pobre
viuda ha echado más que todos, porque todos esos han contribuido a los
donativos con lo que les sobra, pero ella, que pasa necesidad, ha echado todo
lo que tenía para vivir».
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