lunes, 22 de octubre de 2018

Cuidado con la codicia...

San Juan Pablo II
¡Cuántas familias rotas por una herencia! Cuántas amistades destrozadas por unas monedas… Cuánta convivencia conflictiva por los límites de unas tierras… ¿Y por qué? Porque no acabamos de entender que lo más valioso que tenemos no es material, sino nuestro propio ser… Pero el entorno nos lo pone difícil. El neoliberalismo ha convertido todo en mercancía, incluidas las propias personas y sus vidas. Vivir desde una fe íntegra ayuda a ser feliz con lo necesario, no a necesitarlo todo para ser feliz.
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Lucas 12, 13-21
En aquel tiempo, dijo uno de entre la gente a Jesús: Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia.
Él le dijo: Hombre, ¿quién me ha constituido juez o árbitro entre vosotros? Y les dijo: Mirad: guardaos de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes. Y les propuso una parábola:
Las tierras de un hombre rico produjeron una gran cosecha. Y empezó a echar cálculos, diciéndose: “¿Qué haré? No tengo donde almacenar la cosecha”. Y se dijo: “Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes, y almacenaré allí todo el trigo y mis bienes. Y entonces me diré a mí mismo: alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe, banquetea alegremente”.
Pero Dios le dijo: “Insensato, esta noche te van a reclamar el alma, ¿de quién será lo que has preparado?” Así es el que atesora para sí y no es rico ante Dios.

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