domingo, 14 de octubre de 2018

Vende lo que tienes, dáselo a los pobres... Ven y sígueme!


El seguimiento de Jesús exige que su persona acabe siendo el centro de la vida del creyente. Sin embargo, en muchas ocasiones queremos seguir a Jesús a ratos o en algunas cosas. No vale un seguimiento a la carta. La fe en Jesús transforma nuestra vida, haciendo que la dinámica del amor sea el eje central. A un lado quedan las riquezas, esas seguridades que buscamos en nuestro camino y que no transmiten la verdadera Vida.
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Marcos 10, 17-30
En aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino, se le acercó uno corriendo, se arrodilló y le preguntó: Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?
Jesús le contestó: ¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie bueno más que Dios. Ya sabes los mandamientos: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre.
Él replicó: Maestro, todo eso lo he cumplido desde mi juventud.
Jesús se quedó mirándolo, lo amó y le dijo: Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dáselo a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, y luego ven sígueme.
A estas palabras, él frunció el ceño y se marchó triste, porque era muy rico.
Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: ¡Qué difícil les será entrar en el reino de Dios a los que tienen riquezas!
Los discípulos quedaron sorprendidos de estas palabras. Pero Jesús añadió: Hijos, ¡qué difícil les es entrar en el reino de Dios! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios.
Ellos se espantaron y comentaban: Entonces, ¿quién puede salvarse?
Jesús se les quedó mirando y les dijo: Es imposible para los hombres, no para Dios. Dios lo puede todo.
Pedro se puso a decirle: Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido.
Jesús dijo: En verdad os digo que no hay nadie que haya dejado casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, que no reciba ahora, en este tiempo, cien veces más - casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con persecuciones - y en la edad futura, vida eterna.

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