La oración fundamental del cristiano es
así de sencilla. Desde pequeños la aprendemos. Es el mayor legado recibido de
Jesús y transmitido generación tras generación de padres a hijos… de abuelos a
nietos. Y sin embargo, ¡qué tesoros guarda esta oración! Nos habla de hijos
elegidos por Dios, de amor, de fraternidad, de perdón, de protección… de tantas
y tantas cosas cotidianas que nos afectan, nos envuelven, inquietan y nos
alegran. Tú, cuando reces, siente cada una de las palabras de esta oración.
Lucas 11, 1-4
Una vez que estaba Jesús orando en
cierto lugar, cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: “Señor, enséñanos
a orar, como Juan enseñó a sus discípulos”.
Él les dijo: “Cuando oréis decid: Padre,
santificado sea tu nombre, venga tu reino, danos cada día nuestro pan
cotidiano, perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a
todo el que nos debe, y no nos dejes caer en la tentación".
No hay comentarios:
Publicar un comentario