viernes, 26 de octubre de 2018

¿Hablamos del tiempo o...?

Así somos los seres humanos. No nos cuesta ver y entender aquello que nos pilla lejos, lo que afecta a otros, lo que, en definitiva, no toca nuestro interior. Así es la vida. Es como subir en un ascensor con un desconocido. Miramos los botones del ascensor, la luz, la puerta o nuestro propio calzado, pero no somos capaces de hablar de lo realmente importante. En definitiva, adentrarse en nuestro propio interior es reconocer nuestra vulnerabilidad. Ahí es donde Dios se hace más imprescindible. De nosotros depende abrir el corazón.
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Lucas 12, 54-59
En aquel tiempo, decía Jesús a la gente:
Cuando veis subir una nube por el poniente, decís en seguida: "Va a caer un aguacero", y así sucede. Cuando sopla el sur, decís: "Va a hacer bochorno", y sucede.
Hipócritas: sabéis interpretar el aspecto de la tierra y del cielo, pues ¿cómo no sabéis interpretar el tiempo presente? ¿Cómo no sabéis juzgar vosotros mismos lo que es justo?
Por ello, mientras vas con tu adversario al magistrado, haz lo posible en el camino por llegar a un acuerdo con él, no sea que te lleve a la fuerza ante el juez y el juez te entregue al guardia y el guardia te meta en la cárcel. Te digo que no saldrás de allí hasta que no pagues el última moneda.

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