martes, 23 de octubre de 2018

Vigías del abismo...

Estar vigilante es estar alerta. Es ser sensible a lo que está ocurriendo a nuestro alrededor. Es tener esa sensibilidad especial para encontrar los rastros de Dios en nuestra vida cotidiana, especialmente en aquellos que nos rodean. Es mirar con ojos de fe, leer la realidad desde nuestra experiencia de encuentro personal con el Señor. Por eso somos dichosos y bienaventurados… Este siglo necesita de vigías.
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Lucas 12, 35-38
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Tened ceñida vuestra cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los hombres que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame. Bienaventurados aquellos criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; en verdad os digo que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y, acercándose, les irá sirviendo. Y, si llega a la segunda vigilia o a la tercera y los encuentra así, bienaventurados ellos.

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