El discípulo
se debe a la misión encomendada por el Padre. No es más el discípulo que el
maestro. No es más el anunciador que el Señor. Pero no somos ajenos a la
tentación de creernos protagonistas de la misión.
Jn 13,16-20
Cuando Jesús
acabó de lavar los pies a sus discípulos, les dijo:
- «Os
aseguro, el criado no es más que su amo, ni el enviado es más que el que lo
envía. Puesto que sabéis esto, dichosos vosotros si lo ponéis en práctica. No
lo digo por todos vosotros; yo sé bien a quiénes he elegido, pero tiene que
cumplirse la Escritura: "El que compartía mi pan me ha traicionado."
Os lo digo ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda creáis que yo
soy.
Os lo
aseguro: El que recibe a mi enviado me recibe a mí; el que a mí me recibe,
recibe al que me ha enviado.»
No hay comentarios:
Publicar un comentario