miércoles, 1 de mayo de 2019

Tanto amó Dios al mundo...


Por si quedaba alguna duda, el misterio de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús confirma la absoluta libertad de Dios de darse y desgastarse por amor al ser humano. El Dios cristiano no es un Dios justiciero, es un Dios amoroso, tierno, misericordiosos que ha decidido salvar al hombre.


Jn 3,16-21
Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna.
Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.
El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios.
El juicio consiste en esto: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas.
Pues todo el que obra perversamente detesta la luz y no se acerca a la luz y para no verse acusado por sus obras.
En cambio, el que realiza la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios.

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