El mensaje de Jesús es claro. A veces implica moverse
contra la corriente que nuestra sociedad de consumo nos impone. A los
cristianos nos cuesta no ser hijos de nuestro tiempo. En ocasiones las
contradicciones internas que vivimos nos alejan de la fe. Pero ¿a quién vamos a
acudir? Estamos seguros de que el Señor es el único que tiene palabras de vida
eterna.
Jn 6,60-69
En aquel tiempo, muchos discípulos de Jesús, al oírlo,
dijeron:
- «Este modo de hablar es duro, ¿quién puede hacerle caso?»
Adivinando Jesús que sus discípulos lo criticaban, les
dijo:
- «¿Esto os hace vacilar? ¿y si vierais al Hijo del hombre
subir a donde estaba antes? El espíritu es quien da vida; la carne no sirve de
nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y vida. Y con todo, algunos de
vosotros no creen.»
Pues Jesús sabía desde el principio quiénes no creían y
quién lo iba a entregar. Y dijo:
- «Por eso os he dicho que nadie puede venir a mí, si el
Padre no se lo concede.»
Desde entonces, muchos discípulos suyos se echaron atrás y
no volvieron a ir con él. Entonces Jesús les dijo a los Doce:
- «¿También vosotros queréis marcharos?»
Simon Pedro le contestó:
- «Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de
vida eterna; nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo consagrado por
Dios.»
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