domingo, 31 de mayo de 2020

Recibid el Espíritu Santo...


Domingo de Pentecostés
El envío del Espíritu Santo inaugura el tiempo de la Iglesia. Con ello la misión de Jesucristo se hace misión de toda la Iglesia y de todos los discípulos. Ningún bautizado es ajeno a esta realidad misionera de la Iglesia. El anuncio está ligado de manera irrenunciable al Espíritu Santo, pero no es exclusivo de los consagrados en la Iglesia. Es regalo y tarea de todos.

Juan 20, 19-23
Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:
«Paz a vosotros».
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
«Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo».
Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo:
«Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».

sábado, 30 de mayo de 2020

Su testimonio es verdadero...


Sábado de la VII Semana de Pascua
La pregunta del Pedro al Señor muestra la pluralidad y la riqueza de una Iglesia que permanece en el tiempo llevando a cabo la misión encomendada, anunciar a todos el Reino de Dios. No cabe una única forma de ser y estar en la Iglesia. Unidos, como ha insistido el Evangelio en la última semana, todos, desde nuestra singularidad hacemos crecer el Reino.

Juan 21, 20-25
En aquel tiempo, Pedro, volviéndose, vio que los seguía el discípulo a quien Jesús amaba, el mismo que en la cena se había apoyado en su pecho y le había preguntado: «Señor, ¿quién es el que te va a entregar?».
Os enviaré el Espíritu de la verdad - dice el Señor -;
él os guiará hasta la verdad plena.
Al verlo, Pedro dice a Jesús:
«Señor, y este ¿qué?».
Jesús le contesta:
«Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué? Tú sígueme».
Entonces se empezó a correr entre los hermanos el rumor de que ese discípulo no moriría. Pero no le dijo Jesús que no moriría, sino: «Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué?».
Este es el discípulo que da testimonio de todo esto y lo ha escrito; y nosotros sabemos que su testimonio es verdadero.
Muchas otras cosas hizo Jesús. Si se escribieran una por una, pienso que ni el mundo entero podría contener los libros que habría que escribir.

viernes, 29 de mayo de 2020

Sígueme...


Viernes de la VII Semana de Pascua
La misión de Pedro de apacentar el rebaño no es una tarea cualquiera. Del pastor de la Iglesia se pide un estrecho vínculo con el Señor. La pregunta clave no versa sobre las capacidades o los talentos de Pedro. La clave es, como siempre, el amor.

Juan 21, 15-19
Habiéndose aparecido Jesús a sus discípulos, después de comer con ellos, le dice a Simón Pedro:
«Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?».
Él le contestó:
«Sí, Señor, tú, sabes que te quiero».
Jesús le dice:
«Apacienta mis corderos».
Por segunda vez le pregunta:
«Simón, hijo de Juan, ¿me amas?».
Él le contesta:
«Sí, Señor, tú sabes que te quiero».
Él le dice:
«Pastorea mis ovejas».
Por tercera vez le pregunta:
«Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?».
Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez: «¿Me quieres?» y le contestó:
«Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero».
Jesús le dice:
«Apacienta mis ovejas. En verdad, en verdad te digo: cuando eras joven, tú mismo te ceñías e ibas adonde querías; pero, cuando seas viejo, extenderás las manos, otro te ceñirá y te llevará adonde no quieras».
Esto dijo aludiendo a la muerte con que iba a dar gloria a Dios.
Dicho esto, añadió:
Sígueme».

jueves, 28 de mayo de 2020

Unidos por el amor...


Jueves de la VII Semana de Pascua
La oración que Jesús dirige al Padre tiene como principal objetivo los creyentes. La unidad de todos ellos convocados en torno al Hijo y unidos estrechamente por el amor. Esa es la clave. Las diferencias, las disensiones y las tensiones son normales y habituales, pero el amor está por encima de todo y vuelve a unir. Ese es el modelo que Cristo nos da a los cristianos. Al igual que él está unido estrechamente al Padre por el amor, así la comunidad de la Iglesia debe estar unida entre sí y a Dios por el vínculo del amor. ¿Es ese el verdadero motor de nuestra vida de fe?

Juan 17, 20-26
En aquel tiempo, levantando los ojos al cielo, oró, Jesús diciendo:
«No solo por ellos ruego, sino también por los que crean en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también lo sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado.
Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno; yo en ellos, y tú en mí, para que sean completamente uno, de modo que el mundo sepa que tú me has enviado y que los has amado a ellos como me has amado a mí.
Padre, este es mi deseo: que los que me has dado estén conmigo donde yo estoy y contemplen mi gloria, la que me diste, porque me amabas, antes de la fundación del mundo.
Padre justo, si el mundo no te ha conocido, yo te he conocido, y estos han conocido que tú me enviaste. Les he dado a conocer y les daré a conocer tu nombre, para que el amor que me tenías esté en ellos, y yo en ellos».

miércoles, 27 de mayo de 2020

En la diversidad, Unidad...


Miércoles de la VII Semana de Pascua
Nada más lejos de la voluntad de Dios que la división en el seno de la gran familia de la Iglesia. Y sin embargo, a lo largo de los siglos la Iglesia ha certificado el fracaso de la separación y la división. La unidad en la verdad es el máximo anhelo de los creyentes, entre los que no cabe la división ni el enfrentamiento.

Juan 17, 11b-19
En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, oró, diciendo:
«Padre santo, guárdalos en tu nombre, a los que me has dado, para que sean uno, como nosotros. Cuando estaba con ellos, yo guardaba en tu nombre a los que me diste, y los custodiaba, y ninguno se perdió, sino el hijo de la perdición, para que se cumpliera la Escritura. Ahora voy a ti, y digo esto en el mundo para tengan en sí mismos mi alegría cumplida.
Yo les he dado tu palabra, y el mundo los ha odiado porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los retires del mundo, sino que los guardes del maligno.
No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
Santifícalos en la verdad; tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, así los envío también al mundo. Y por ellos yo me santifico a mí mismo para que también ellos sean santificados en la verdad».

martes, 26 de mayo de 2020

La Gloria de Dios...


San Felipe Neri, Presbítero. Martes de la VII Semana de Pascua
La oración que Jesús dirige al Padre es maravillosa. En ella se reconoce la naturaleza de su misión, que no es otra que la Gloria de Dios y el reconocimiento como Dios verdadero. El anuncio del Reino de Dios ha dado su fruto y se ha extendido en el tiempo. Y testigos de ello somos los elegidos de Dios.

Juan 17, 1-1 1a
En aquel tiempo, levantando los ojos al cielo, dijo Jesús:
«Padre, ha llegado la hora, glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique y, por el poder que tú le has dado sobre toda carne, dé la vida eterna a todos los que le dado sobre todo carne, dé la vida eterna: que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y a tu enviado, Jesucristo.
Yo te he glorificado sobre la tierra, he llevado a cabo la obra que me encomendaste. Y ahora, Padre, glorifícame junto a ti, con la gloria que yo tenía junto a ti antes que el mundo existiese.
He manifestado tu nombre a los que me diste de en medio del mundo. Tuyos eran, y tú me los diste, y ellos han guardado tu palabra. Ahora han conocido que todo lo que me diste procede de ti, porque yo les he comunicado las palabras que tú me diste, y ellos las han recibido, y han conocido verdaderamente que yo salí de ti, y han creído que tú me has enviado.
Te ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por estos que tú me diste, porque son tuyos. Y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y en ellos he sido glorificado. Ya no voy a estar en el mundo, pero ellos están en el mundo, mientras yo voy a ti».

lunes, 25 de mayo de 2020

Necrológica: San Cebrián de Castro

En medio de esta excepcional situación que estamos viviendo, es nuestro deber, como Hijos de Dios y miembros de la Iglesia, dirigir a Dios nuestra oración por nuestros difuntos. Hoy ha fallecido Don Onésimo Aparicio de Lera. Ante la imposibilidad de celebrar el funeral y orar juntos, como solemos hacer, os dejamos aquí una oración por el eterno descanso de nuestro hermano.
Haz clic en la imagen para unirte a toda la Iglesia en oración por nuestro hermano Onésimo



Tened valor...


Lunes de la VII Semana de Pascua
Es cierto que son muchas las luchas que tenemos en nuestra vida diaria. Son muchas y al tiempo cotidianas. La vida de los cristianos no es ajena a los problemas y las circunstancias del resto de las personas. Ello no significa que la vida de los demás sea nefasta. No. Implica que nosotros, los creyentes, tenemos en el Señor un tiempo y un espacio para la paz, para descargar nuestros agobios y para alimentar la vida en la fe. Esto es lo que nos tiene que dar el valor para encarar cada mañana con esperanza renovada.

Juan 16,29-33
En aquel tiempo, dijeron los discípulos a Jesús:
«Ahora sí que hablas claro y no usas comparaciones. Ahora vemos que lo sabes todo y no necesitas que te pregunten; por ello creemos que saliste de Dios».
Les contestó Jesús:
¿Ahora creéis? Pues mirad: está para llegar la hora, mejor, ya ha llegado, en que os disperséis cada cual por su lado y a mí me dejéis solo. Pero no estoy solo, porque está conmigo el Padre. Os he hablado de esto, para que encontréis la paz en mí. En el mundo tendréis luchas; pero tened valor: yo he vencido al mundo».

domingo, 24 de mayo de 2020

Hombres y mujeres...


Domingo de la Ascensión del Señor
La esperanza cristiana no se asienta en la espera paciente en el sofá de casa a que el Señor vuelva e instaure el Reinado de Dios. Lejos de esta espera pasiva, Dios nos propone una postura proactiva. Hombres y mujeres convencidos de la misión recibida en el bautismo que se adentran en el misterio de la vida humana para transformarla. Hombres y mujeres reformados por el amor que no dudan en poner en el centro de sus vidas el Evangelio. Hombres y mujeres que mantienen el legado recibido como un don. Hombres y mujeres cercanos a las necesidades de los más vulnerables, pues los pobres fueron, son y serán la opción preferencial del Señor. ¿Dónde estoy yo?

Mateo 28, 16-20
En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado.
Al verlo, ellos se postraron, pero algunos dudaron.
Acercándose a ellos, Jesús les dijo:
«Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra.
Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado.
Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin de los tiempos».

sábado, 23 de mayo de 2020

La gran revelación...


Sábado de la VI Semana de Pascua
Todo parece enigmático y confuso. Pero lo confuso era lo que ocurría antes de la Resurrección. A los discípulos les costaba entender la vida y misión de Jesús. Tras la Resurrección se ha revelado la verdadera naturaleza de Jesucristo. A nosotros nos ha sido revelada con toda claridad la misión del Hijo. Él es el camino al Padre.

Juan 16, 23b-28
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«En verdad, en verdad os digo: si pedís algo al Padre en mi nombre, os lo dará.
Hasta ahora no habéis pedido nada en mi nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestra alegría sea completa. Os he hablado de esto en comparaciones; viene la hora en que ya no hablaré en comparaciones, sino que os hablaré del Padre claramente.
Aquel día pediréis en mi nombre, y no os digo que yo rogaré al Padre por vosotros, pues el Padre mismo os quiere, porque vosotros me queréis y creéis que yo salí de Dios.
Salí del Padre y he venido al mundo, otra vez dejo el mundo y me voy al Padre».

viernes, 22 de mayo de 2020

Una esperanza de verdad...


Viernes de la VI Semana de Pascua
Allá por el año 2013 nos sorprendió el Papa Francisco con una frase muy significativa. EL Papa dijo que a veces los cristianos teníamos cara avinagrada. Muchos se quedaron en lo anecdótico de sus palabras, pero el discurso era más amplio. La alegría de la fe no se puede embotellar para mantenerla siempre intacta. No es un estado permanente. Es un estado dinámico que se abre al futuro. Y se abre en esperanza. De lo contrario lo convertimos en algo nostálgico y lo embotellado corre el riesgo de avinagrarse. Las palabras del Evangelio de hoy son una llamada constante a esa esperanza realista, no ficticia o superficial. La alegría que brota del interior, de una fe cuidada.

Juan 16, 20-23a
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«En verdad, en verdad os digo, vosotros lloraréis y os lamentaréis, mientras el mundo estará alegre; vosotros estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría.
La mujer, cuando va a dar a luz, siente tristeza, porque ha llegado su hora; pero, en cuanto da a luz al niño, ni se acuerda del apuro, por la alegría de que al mundo le ha nacido un hombre.
También vosotros ahora sentís tristeza; pero volveré a veros, y se alegrará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestra alegría. Ese día no me preguntaréis nada».

jueves, 21 de mayo de 2020

Estad alegres...


Jueves de la VI Semana de Pascua
No es difícil encontrar cristianos tristes, porque parece que no perciben la presencia de Dios en muchos momentos de la vida. El mismo Papa Francisco ha dicho en alguna ocasión que los cristianos parecemos tristes. Y no deberíamos hacerlo. Seguimos a un Dios Vivo, presente en la vida de los hombres y cercano, pero a veces nuestros ojos no nos permiten ir un poco más allá y no entendemos lo que ocurre. Ojalá la experiencia de la Pascua nos devuelva esa forma novedosa de mirar la realidad y podamos celebrar con alegría lo que somos y llena nuestra vida.

Juan 16,16-20
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Dentro de poco ya no me veréis, pero dentro de otro poco me volveréis a ver».
Comentaron entonces algunos discípulos:
«¿Qué significa eso de “dentro de poco ya no me veréis, pero dentro de otro poco me volveréis a ver”, y eso de “me voy al Padre”?».
Y se preguntaban:
«¿Qué significa ese “poco”? No entendemos lo que dice».
Comprendió Jesús que querían preguntarle y les dijo:
«¿Estáis discutiendo de eso que os he dicho: “Dentro de poco ya no me veréis, y dentro de otro poco me volveréis a ver”? En verdad, en verdad os digo: vosotros lloraréis y os lamentaréis, mientras el mundo estará alegre; vosotros estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría».

miércoles, 20 de mayo de 2020

En lo profundo...


Miércoles de la VI Semana de Pascua
Comprender la profundidad del misterio de Jesucristo no es algo definitivo ni inmediato. Por ello el Señor insiste en que será con el Espíritu como poco a poco los discípulos iremos adentrándonos en el misterio, sin él no será posible. Quizá debemos dedicar más tiempo y espacios a contemplar el papel del Espíritu Santo en nuestra Iglesia y en nuestras vidas.

Juan 16,12-15
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues no hablará por cuenta propia, sino que hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir.
Él me glorificará, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que recibirá y tomará de lo mío y os lo anunciará».

martes, 19 de mayo de 2020

Aviso importante en relación a la desescalada y las celebraciones

Nota Informativa

Después de recibir el comunicado del Obispado de Zamora, en el que se permite la apertura de las iglesias de nuestra Diócesis de Zamora, el grupo de sacerdotes de nuestro Arciprestazgo de “El Pan” nos hemos reunido para dialogar sobre esta posibilidad en nuestra zona. La reunión ha tenido lugar este martes, 19 de Mayo, y allí hemos decidido que cada Unidad Pastoral tome las decisiones oportunas, teniendo en cuenta la situación particular de cada parroquia:
Lee el comunicado integro haciendo clic en la imagen


La fuerza de la verdad...


Martes de la VI Semana de Pascua
El anuncio del Espíritu Santo se ha intensificado en los evangelios de los últimos días. En el relato de hoy el Evangelista Juan nos resalta el papel del Espíritu Santo como el que traerá la verdad y desenmascarará al mundo. El Espíritu confirma que la misión de Jesucristo es verdadera. El Espíritu Santo es la persona de la Trinidad que más cuesta percibir a los cristianos. Y sin embargo, el tiempo de la Iglesia es el tiempo del Espíritu Santo. Él es quien alienta y sostiene este tiempo que nos ha tocado vivir. Quizá debamos preguntarnos si depositamos nuestra confianza en la fuerza alentadora del Espíritu o en las estrategias humanas que dirigen el quehacer diario.

Juan 16, 5-11
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Ahora me voy al que me envió, y ninguno de vosotros me pregunta: "¿Adónde vas?" Sino que, por haberos dicho esto, la tristeza os ha llenado el corazón. Sin embargo, os digo la verdad: os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Paráclito. En cambio, si me voy, os lo enviaré.
Y cuando venga, dejará convicto al mundo acerca de un pecado, de una justicia y de una condena. De un pecado, porque no creen en mí; de una justicia, porque me voy al Padre, y no me veréis; de una condena, porque el príncipe de este mundo está condenado».

lunes, 18 de mayo de 2020

Frente al odio, el amor...


Lunes de la VI Semana de Pascua
El camino hacia el Reino de Dios no es una gran guerra con múltiples batallas en innumerables frentes. El anuncio del Reino y el testimonio no serán una tarea fácil, porque en no pocas ocasiones la propuesta de los discípulos no se entenderá. La semilla caerá en campo estéril. Encontrará rechazo por incomprensión, por ceguera o porque las opciones de sentido que el hombre busca no son siempre la propuesta de Dios. Frente a esos enfrentamientos y rechazos, la propuesta de los cristianos es la de Cristo, y esa no es otra que la del amor.

Juan 15, 26-16, 4a
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuando venga el Paráclito, que os enviaré desde el Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, él dará testimonio de mí; y también vosotros daréis testimonio, porque desde el principio estáis conmigo.
Os he hablado de esto, para que no os escandalicéis. Os excomulgarán de la sinagoga; más aún, llegará incluso una hora cuando el que os dé muerte pensará que da culto a Dios. Y esto lo harán porque no han conocido ni al Padre ni a mí.
Os he hablado de esto para que, cuando llegue la hora, os acordéis de que yo os lo había dicho».

domingo, 17 de mayo de 2020

¡Da razón de lo que crees...!


VI Domingo de Pascua
En medio de esta sociedad convulsionada por la excepcional situación que vivimos, resulta más complicado vivir la fe desde la coherencia vital. Son muchas las opciones que se nos presentan a diario y parece que en lo religioso no estamos exentos de esta dificultad. La vida, como la fe, debemos vivirla desde la búsqueda de sentido. Nadie quiere sentir que su vida es vivida desde un vacío. Pero ¿qué hacemos con la fe? En el momento actual no se trata solo de creer, sino de saber dar razón de nuestra lo que creemos. De lo contrario convertiremos la fe en una propuesta vacía y caprichosa.

Juan 14, 15-21
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Si me amáis, guardaréis mis mandamientos. Y yo le pediré al Padre que os dé otro Paráclito, que esté siempre con vosotros, el Espíritu de la verdad. El mundo no puede recibirlo, porque no lo ve ni lo conoce; vosotros, en cambio, lo conocéis, porque mora con vosotros y está en vosotros.
No os dejaré huérfanos, volveré a vosotros. Dentro de poco el mundo no me verá, pero vosotros me veréis y viviréis, porque yo sigo viviendo. Entonces sabréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí y yo en vosotros. El que acepta mis mandamientos y los guarda, ese me ama; y el que me ama será amado por mi Padre, y yo también lo amaré y me manifestaré a él».

sábado, 16 de mayo de 2020

Nuestra casa...


Sábado de la V Semana de Pascua
Las duras palabras de Jesús parecen dar pie a pensar que el mundo, directamente odiará a sus seguidores. Pero no conviene olvidar a qué llama mundo el evangelista Juan. No es el mundo entero el que odiará los creyentes seguidores del Resucitado. Son aquellos que se niegan a abrir el corazón, aquellos que presentan un rechazo frontal. Aquellos a quienes el Reino de Dios les supone una amenaza. Sin embargo, el mundo, todo el mundo es el destinatario de nuestra misión. El amor de Dios al mundo se hace palpable en el amor de cada discípulo.

Juan 15, 18-21
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Si el mundo os odia, sabed que me ha odiado a mí antes que a vosotros.
Si fuerais del mundo, el mundo os amaría como cosa suya, pero como no sois del mundo, sino que yo os he escogido sacándoos del mundo, por eso el mundo os odia.
Recordad lo que os dije: "No es el siervo más que su amo”. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra.
Y todo eso lo harán con vosotros a causa de mi nombre, porque no conocen al que me envió».

viernes, 15 de mayo de 2020

Daréis fruto...


San Isidro Labrador. Viernes de la V Semana de Pascua
No hay duda de que la palabra amor es un de esas palabras grandes. De esas que no se pasan de moda. Pero el uso excesivo quizá nos ha hecho olvidar su profundidad. Es posible que llamemos amor a demasiadas cosas. ¿Quizá nos lo deberíamos preguntar? ¿Qué es para nosotros amor? El Evangelio marca una exigencia singular y única. No es amor aquello que no conlleva un compromiso como fruto irrenunciable del amor, no como una imposición, ni como una obligación. Es fruto del amor, así de simple. Quien ama se siente inclinado a dar frutos de ese amor. Y el fruto del amor se nota, se huele, se palpa y deja su rastro en las páginas de la historia.

Juan 15, 12-17
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Este es mí mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado.
Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos.
Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando.
Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.
No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca.
De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros».


jueves, 14 de mayo de 2020

Desprendidos de egoísmo por amor...


San Matías Apóstol. Jueves de la V Semana de Pascua
Cuando empezó el confinamiento, allá a mediados del mes de marzo, no fueron pocas las voces que hicieron una llamada de atención para que este tiempo fuese una oportunidad para reflexionar, adentrarnos en nuestro interior, contemplar el mundo desde otra óptica y poder reemprender la marcha transformados. No parece haber demasiadas muestras de esa transformación más allá de los momentos cargados de un peso emotivo intenso. Han sido los más humildes, los sencillos, los que valoran el ser por encima del tener los que se han despojado de las barreras del egoísmo y se han volcado. Pero empezamos a ver otra vez una sociedad competitiva, inmersa en una carrera desbocada hacia donde… Quedémonos con los gestos de ese amor desinteresado que puede ser semilla del Reino de Dios…

Juan 15, 9-17
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor.
Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.
Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud.
Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado.
Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos.
Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando.
Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.
No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca.
De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé.
Esto os mando: que os améis unos a otros».

miércoles, 13 de mayo de 2020

Enraizados...


Miércoles de la V Semana de Pascua
La imagen de la vid es muy significativa para nosotros. En medio de una tierra de fuerte tradición agrícola, entendemos perfectamente el significado. Nadie da fruto por si solo. Estamos vinculados a la vid, a Jesucristo. ¡Qué difícil es anunciar aquello que no llevamos dentro! Por eso esta llamada de atención a cuidar y cultivar nuestra fe para poder ser testigos verdaderos del Reino de Dios.

Juan 15, 1-8
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento que no da fruto en mí lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto.
Vosotros ya estáis limpios por la palabra que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros.
Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden.
Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará.
Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos».

martes, 12 de mayo de 2020

Paz...


Martes de la V Semana de Pascua
Uno de los saludos más propios del Resucitado tras la pascua es: “la paz os dejo”. No hay duda de que tras el tiempo de la tormenta viene la calma. Tras la tensión interna que han vivido los discípulos, la presencia de Jesucristo en medio de la comunidad supone un bálsamo. Ahora, de repente, anuncia su ausencia. Pero no es un abandono. La presencia del Señor en la nueva comunidad es constante. La garantía de tal presencia es la comunidad de amor del Padre y el Hijo y el Espíritu Santo.

Juan 14, 27-31a
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo. Que no se turbe vuestro corazón ni se acobarde. Me habéis oído decir: "Me voy y vuelvo a vuestro lado." Si me amarais, os alegraríais de que vaya al Padre, porque el Padre es mayor que yo. Os lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda creáis.
Ya no hablaré mucho con vosotros, pues se acerca el príncipe de este mundo; no es que él tenga poder sobre mí, pero es necesario que el mundo comprenda que yo amo al Padre, y que, como el Padre me ha ordenado, así actúo».

lunes, 11 de mayo de 2020

Haremos morada en él...


Lunes de la V Semana de Pascua
Comienza Jesús el anuncio de la venida del Espíritu Santo tras una pregunta interpelante de Judas: ¿por qué has venido a nosotros? La pregunta sería la misma si hubiera dicho: ¿por qué nos has elegido a nosotros? La respuesta de Jesús puede parecer enigmática, pero encierra el gran misterio del amor de Dios. Él toma la iniciativa y nos elige y nosotros, desde la más absoluta libertad, respondemos a esa llamada desde lo más profundo de nuestro ser. Respondemos con amor al amor recibido y en eso se nota que somos testigos. Esas preguntas siguen hoy presentes en nuestra vida ajetreada y ocupada. Busquemos muy dentro las respuestas.

Juan 14, 21-26
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«El que acepta mis mandamientos y los guarda, ese me ama; y el que me ama será amado por mi Padre, y yo también lo amaré y me manifestaré a él».
Le dijo judas, no el Iscariote:
«Señor, ¿qué ha sucedido para que te reveles a nosotros y no al mundo?».
Respondió Jesús y le dijo:
«El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él.
El que no me ama no guarda mis palabras. Y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió.
Os he hablado de esto ahora que estoy a vuestro lado, pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho».