VI Domingo de Pascua
En medio de esta sociedad convulsionada por la excepcional situación
que vivimos, resulta más complicado vivir la fe desde la coherencia vital. Son
muchas las opciones que se nos presentan a diario y parece que en lo religioso
no estamos exentos de esta dificultad. La vida, como la fe, debemos vivirla
desde la búsqueda de sentido. Nadie quiere sentir que su vida es vivida desde
un vacío. Pero ¿qué hacemos con la fe? En el momento actual no se trata solo de
creer, sino de saber dar razón de nuestra lo que creemos. De lo contrario
convertiremos la fe en una propuesta vacía y caprichosa.
Juan 14, 15-21
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Si me amáis, guardaréis mis mandamientos. Y yo le pediré al Padre
que os dé otro Paráclito, que esté siempre con vosotros, el Espíritu de la
verdad. El mundo no puede recibirlo, porque no lo ve ni lo conoce; vosotros, en
cambio, lo conocéis, porque mora con vosotros y está en vosotros.
No os dejaré huérfanos, volveré a vosotros. Dentro de poco el
mundo no me verá, pero vosotros me veréis y viviréis, porque yo sigo viviendo.
Entonces sabréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí y yo en vosotros.
El que acepta mis mandamientos y los guarda, ese me ama; y el que me ama será
amado por mi Padre, y yo también lo amaré y me manifestaré a él».
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