Martes de la VI
Semana de Pascua
El anuncio del Espíritu Santo se ha intensificado en
los evangelios de los últimos días. En el relato de hoy el Evangelista Juan nos
resalta el papel del Espíritu Santo como el que traerá la verdad y
desenmascarará al mundo. El Espíritu confirma que la misión de Jesucristo es
verdadera. El Espíritu Santo es la persona de la Trinidad que más cuesta
percibir a los cristianos. Y sin embargo, el tiempo de la Iglesia es el tiempo
del Espíritu Santo. Él es quien alienta y sostiene este tiempo que nos ha
tocado vivir. Quizá debamos preguntarnos si depositamos nuestra confianza en la
fuerza alentadora del Espíritu o en las estrategias humanas que dirigen el
quehacer diario.
Juan 16, 5-11
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus
discípulos:
«Ahora me voy al que me envió, y
ninguno de vosotros me pregunta: "¿Adónde vas?" Sino que, por haberos
dicho esto, la tristeza os ha llenado el corazón. Sin embargo, os digo la
verdad: os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros
el Paráclito. En cambio, si me voy, os lo enviaré.
Y cuando venga, dejará convicto al
mundo acerca de un pecado, de una justicia y de una condena. De un pecado,
porque no creen en mí; de una justicia, porque me voy al Padre, y no me veréis;
de una condena, porque el príncipe de este mundo está condenado».
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