San Matías Apóstol. Jueves de la V
Semana de Pascua
Cuando empezó el confinamiento, allá a mediados del
mes de marzo, no fueron pocas las voces que hicieron una llamada de atención
para que este tiempo fuese una oportunidad para reflexionar, adentrarnos en
nuestro interior, contemplar el mundo desde otra óptica y poder reemprender la
marcha transformados. No parece haber demasiadas muestras de esa transformación
más allá de los momentos cargados de un peso emotivo intenso. Han sido los más
humildes, los sencillos, los que valoran el ser por encima del tener los que se
han despojado de las barreras del egoísmo y se han volcado. Pero empezamos a
ver otra vez una sociedad competitiva, inmersa en una carrera desbocada hacia
donde… Quedémonos con los gestos de ese amor desinteresado que puede ser
semilla del Reino de Dios…
Juan 15, 9-17
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus
discípulos:
«Como el Padre me ha amado, así os he
amado yo; permaneced en mi amor.
Si guardáis mis mandamientos,
permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi
Padre y permanezco en su amor.
Os he hablado de esto para que mi
alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud.
Este es mi mandamiento: que os améis
unos a otros como yo os he amado.
Nadie tiene amor más grande que el
que da la vida por sus amigos.
Vosotros sois mis amigos si hacéis lo
que yo os mando.
Ya no os llamo siervos, porque el
siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo
que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.
No sois vosotros los que me habéis
elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis
fruto, y vuestro fruto permanezca.
De modo que lo que pidáis al Padre en
mi nombre os lo dé.
Esto os mando: que os améis unos a
otros».
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