Miércoles de
la IV Semana de Pascua
No sé si en estos momentos vemos luces o vemos
oscuridad y tinieblas. He oído en varias ocasiones decir que los momentos de
dificultad pueden ser tiempos de oscuridad y de crisis, pero también pueden ser
oportunidades. La fe en el Resucitado nos invita a mirar todo de otra manera.
No existe una sola óptica para mirar. Los creyentes tenemos en la Palabra de
Dios un cristal excepcional para ver la realidad de otra manera. Hemos estado
recluidos en casa con resignación o hemos aprovechado para mirar a nuestro
interior y vernos. Pero también para ver en qué cimientos estamos construyendo
nuestra sociedad. Estamos a tiempo de mirar con los ojos de Cristo que son la
luz para ver de otra manera.
Juan 12, 44-50
En aquel tiempo, Jesús dijo,
gritando:
«El que cree en mí, no cree en mí,
sino en el que me ha enviado. Y el que me ve a mí, ve al que me ha enviado. Yo
he venido al mundo como luz, y así, el que cree en mí no quedará en tinieblas.
Al que oiga mis palabras y no las
cumpla, yo no lo juzgo, porque no he venido para juzgar al mundo, sino para
salvar al mundo. El que me rechaza y no acepta mis palabras tiene quien lo
juzgue: la palabra que yo he pronunciado, esa lo juzgará en el último día.
Porque yo no he hablado por cuenta mía; el Padre que me envió es quien me ha
ordenado lo que he de decir y cómo he de hablar. Y sé que su mandato es vida
eterna. Por tanto, lo que yo hablo, lo hablo como me ha encargado el Padre».
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