viernes, 22 de mayo de 2020

Una esperanza de verdad...


Viernes de la VI Semana de Pascua
Allá por el año 2013 nos sorprendió el Papa Francisco con una frase muy significativa. EL Papa dijo que a veces los cristianos teníamos cara avinagrada. Muchos se quedaron en lo anecdótico de sus palabras, pero el discurso era más amplio. La alegría de la fe no se puede embotellar para mantenerla siempre intacta. No es un estado permanente. Es un estado dinámico que se abre al futuro. Y se abre en esperanza. De lo contrario lo convertimos en algo nostálgico y lo embotellado corre el riesgo de avinagrarse. Las palabras del Evangelio de hoy son una llamada constante a esa esperanza realista, no ficticia o superficial. La alegría que brota del interior, de una fe cuidada.

Juan 16, 20-23a
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«En verdad, en verdad os digo, vosotros lloraréis y os lamentaréis, mientras el mundo estará alegre; vosotros estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría.
La mujer, cuando va a dar a luz, siente tristeza, porque ha llegado su hora; pero, en cuanto da a luz al niño, ni se acuerda del apuro, por la alegría de que al mundo le ha nacido un hombre.
También vosotros ahora sentís tristeza; pero volveré a veros, y se alegrará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestra alegría. Ese día no me preguntaréis nada».

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