Miércoles de la VI Semana de Pascua
Una de las características del
Espíritu Santo Santo es que es el Espíritu de la Verdad. Ello significa que
ayudará y conducirá al creyente hacia la búsqueda incesante de la verdad. Una
verdad que es lo más profundo de la relación del ser humano con Dios. Una
verdad que debe ser el motor que mueve la vida del hombre en un dinamismo
constante. El cristiano busca constantemente la verdad, no renuncia a esa
búsqueda ni se dejan influenciar por otra cosa. Consciente de que la verdad no
proviene de caprichos personales. Las consecuencias de la búsqueda de la verdad
implican un compromiso real en la vida diaria del cristiano.
Juan 16, 12-15
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus
discípulos:
«Muchas cosas me quedan por
deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el
Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues no hablará por
cuenta propia, sino que hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por
venir.
Él me glorificará, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que recibirá y tomará de lo mío y os lo anunciará».
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