Miércoles de la V Semana de Pascua
La vid y los sarmientos es la
imagen que Jesús utiliza para hablar a sus discípulos de los frutos de la
comunión, de la profunda unión del creyente a Dios. Los frutos de la comunión
son los frutos del amor, la entrega generosa y desinteresada a los demás, la
gratuidad. Es saber conjugar tú y nosotros en esta relación tan íntima y misionera.
La Pascua es tiempo para refrescar estos frutos del amor y esta relación íntima
con el Señor.
Juan 15, 1-8
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus
discípulos:
«Yo soy la verdadera vid, y mi
Padre es el labrador. A todo sarmiento que no da fruto en mí lo arranca, y a
todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto.
Vosotros ya estáis limpios por la
palabra que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros.
Como el sarmiento no puede dar
fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no
permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en
mí y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al
que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los
recogen y los echan al fuego, y arden.
Si permanecéis en mí, y mis
palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará.
Con esto recibe gloria mi Padre,
con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos».
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