San Isidro Labrador
Sábado de la VI Semana de Pascua
La partida de Jesús acrecienta la
fragilidad de los discípulos. Jesús les promete el Espíritu Santo y les
recuerda que tienen un Padre en el cielo a quien pueden elevar sus súplicas con
la certeza de que serán escuchadas. Alentados y sostenidos por esa promesa de
Jesús, que intercede por nosotros, llamamos a las puertas del corazón del
Padre.
Juan 16, 23b-28
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus
discípulos:
«En verdad, en verdad os digo: si
pedís algo al Padre en mi nombre, os lo dará.
Hasta ahora no habéis pedido nada
en mi nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestra alegría sea completa. Os he
hablado de esto en comparaciones; viene la hora en que ya no hablaré en
comparaciones, sino que os hablaré del Padre claramente.
Aquel día pediréis en mi nombre,
y no os digo que yo rogaré al Padre por vosotros, pues el Padre mismo os
quiere, porque vosotros me queréis y creéis que yo salí de Dios.
Salí del Padre y he venido al
mundo, otra vez dejo el mundo y me voy al Padre».
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