Viernes de la VIII Semana del Tiempo Ordinario
Jesús no es ajeno a lo que ocurre a los hombres. Jesús mira, ve y siente. Esa es la clave del inicio de la acción salvadora del Señor. No se queda quieto. Reacciona y actúa. Hoy está de moda la indiferencia, incluso la respuesta irracional de las emociones. La acción del Señor no se mueve por emociones, va al fondo del ser humano, a su interior y a sus porqués. Jesús pone todos los sentidos para ponerse en el lugar del otro y ofrecer respuestas completas.
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Marcos 6, 34-44
En aquel tiempo, Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor; y se puso a enseñarles con calma.
Cuando se hizo tarde se acercaron sus discípulos a decirle:
- «Estamos en despoblado, y ya es muy tarde. Despídelos, que vayan a los cortijos y aldeas de alrededor y se compren de comer».
El les replicó:
- «Dadles vosotros de comer»
Ellos le preguntaron:
- «¿Vamos a ir a comprar doscientos denarios de pan para darles de comer?».
Él les dijo:
- «¿Cuántos panes tenéis? Id a ver».
Cuando lo averiguaron le dijeron:
- «Cinco, y dos peces».
Él les mandó que hicieran recostarse a la gente sobre la hierba en grupos. Ellos se acomodaron por grupos de ciento y de cincuenta.
Y tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos para que se los sirvieran. Y repartió entre todos los dos peces.
Comieron todos y se saciaron, y recogieron las sobras: doce cestos de pan y de peces.
Los que comieron eran cinco mil hombres.
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